Fotografía | Vanitas
VANITAS El pequeño cráneo aparecía en mis obras con cierta insistencia pero yo no le prestaba mayor atención, ocupado como estaba en reproducir los meandros de la masa encefálica, rodearla de espinas, atravesarla, hacerla arder sobre cortinas de fuego o derretirla hasta la disolución final.

Pero un día el cráneo estalló para hacerme saber que había estado allí, repitiéndome una y otra vez, que esas imágenes hablaban de cosas efímeras, destinadas a la desaparición: “Vanitas”. Y tuve que prestarle la atención debida. Ya no podía ignorarlo, ni a él, ni a lo que estaba diciéndome. ¿De dónde venía ese pequeño cráneo? Ya casi lo había olvidado; lo tomé de una obra de Hans Memling, creyendo ingenuamente que lo hacía por un interés puramente formal. Pero debajo de la imagen la leyenda advertía: “MORIERIS”

Morimos, pero hasta ese día –si podemos- consumimos, y mientras consumimos, olvidamos que morimos. Yo no quiero olvidar que “ser” es “ser para la muerte” y tampoco quiero olvidar que hubo un tiempo en que soñamos que este lugar por el que pasamos tan brevemente podría haber sido un poco mejor.

Marcelo Pelissier.
2001
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Prólogo de la muestra,
por María Teresa Constantin

La melancolía punzó el alma de hombres y mujeres a través de la historia, y ahora es activada por Marcelo Pelissier desde el titulo de su exposición. Bilis negra que en exceso conducía a la tristeza, diagnosticaba la medicina. Humor negro del atardecer padecido por los personajes de Baudelaire. El teórico francés Jean Clair, dedicó un libro y luego una exposición a la melancolía y fue él quién, hace ya varias décadas, propuso ver en ella no una enfermedad sino la severidad sombría que acompaña a los hombres cuando, lúcidos, abren los ojos y se les encoge el alma frente a los sucesos de la época que les ha tocado vivir.


Es desde esa perspectiva que es posible abordar los trabajos de Pelissier, una perspectiva que parece confirmarse en Ominoso, obra en la que el artista confronta el grave retrato infantil con la sombra de un cuervo. Un modo de presentarse, un autorretrato construido desde el presente, en el que lo aciago aparece como signando tempranamente el modo de acercarse al mundo. A su vez, ese autorretrato, dialoga al interior mismo de la pintura refiriendo al romanticismo alemán de los cuervos de Friedrich, o a la bandada negra que sobrevolaba a Van Gogh. Casi un planteo programático para su obra, una estela sombría que atraviesa el conjunto de los trabajos y de la que el artista sólo puede desprenderse haciendo uso de la ironía, como si necesitara darse un respiro.

Puzzle ad infinitum

Esencialmente pintor, Pelissier, trabaja también en fotografía y con la apropiación de imágenes realizadas por otros - una iconografía infinita de un pasado y un presente devastador- que suelen ser incorporadas en sus pinturas como collage, plantillas o simplemente rearmadas en un nuevo sentido. En conjunto, se trata de una selección de obras realizadas entre 2000 y 2009. Series parcialmente exhibidas anteriormente, pero que hoy pueden ser vistas como un largo recorrido que se arma en Puzzle ad infinitum. Un trabajo al cual podrían incorporarse la totalidad de los exhibidos, como si se tratara de un viaje en el que se fueron enhebrando visiones acres del mundo: “Casi toda mi obra podría leerse como una vanitas, como una reflexión sobre la finitud, sobre la precariedad, sobre la muerte”, señala el artista. Así, las vanitas propiamente dichas, una serie de fotografías iniciadas en el año 2000, son una reactualización de aquellas pinturas que reflexionaban sobre la futilidad de la vida. Un fondo de Mondrían, pareado con los colores de una marca de hamburguesas, habla de los límites o de la banalización de las promesas de las vanguardias y de la pintura misma. Restos de coches pictorizados y rastros destrozados de la naturaleza señalan al espectador aquello que le pasa desapercibido cotidianamente.


Huesos, fragmentos corporales, serpientes, insectos, citas a la historia del arte y a la mitología, un amplio vocabulario iconográfico, colores y formas que dan cuenta de un mundo amenazado y amenazante. Los trabajos de Marcelo Pelissier aparecen cuestionando un peligroso mutismo contemporáneo.

María Teresa Constantin

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