Fotografía | Vanitas
VANITAS El pequeño cráneo aparecía en mis obras con cierta insistencia pero yo no le prestaba mayor atención, ocupado como estaba en reproducir los meandros de la masa encefálica, rodearla de espinas, atravesarla, hacerla arder sobre cortinas de fuego o derretirla hasta la disolución final.

Pero un día el cráneo estalló para hacerme saber que había estado allí, repitiéndome una y otra vez, que esas imágenes hablaban de cosas efímeras, destinadas a la desaparición: “Vanitas”. Y tuve que prestarle la atención debida. Ya no podía ignorarlo, ni a él, ni a lo que estaba diciéndome. ¿De dónde venía ese pequeño cráneo? Ya casi lo había olvidado; lo tomé de una obra de Hans Memling, creyendo ingenuamente que lo hacía por un interés puramente formal. Pero debajo de la imagen la leyenda advertía: “MORIERIS”

Morimos, pero hasta ese día –si podemos- consumimos, y mientras consumimos, olvidamos que morimos. Yo no quiero olvidar que “ser” es “ser para la muerte” y tampoco quiero olvidar que hubo un tiempo en que soñamos que este lugar por el que pasamos tan brevemente podría haber sido un poco mejor.

Marcelo Pelissier.
2001
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